HIELO Y FUEGO
Historia de la pieza
Un día, jugando con Knuckles en una pradera, observé varios árboles al fondo; al llegar a ellos vi también unas rocas con musgo y liquen que, a la luz del sol, nos regalaban colores de una belleza extraordinaria.
Entre los árboles que había dos, un sauce y un espino albar o majuelo, con dos ramas secas que chocaban una contra otra. Una era roja fuego y la otra era blanca hueso, como el hielo viejo.
Cogí dos trozos secos, justo donde rozaban de una manera muy caprichosa, y decidí unirlos. Allí mismo dije —no sé si me escucharon los árboles—: Estos dos trozos los dejaré unidos para siempre. Me marché con ellos a mi pequeño taller y, como siempre, con todo el cariño del mundo, cumplí mi palabra.