YAVANNA
Historia de la pieza
Hace algún tiempo, una tarde de otoño, iba siguiendo una senda por el bosque para llegar a un pueblo cercano donde iba a visitar a un matrimonio de ancianos para ver qué tal se encontraban. Estaban pasando por unos tiempos malos, debido a algunos achaques por la edad avanzada. Pero ese día estaban muy bien y, como siempre, al calor del fuego del hogar, me hicieron degustar unos pasteles deliciosos de hojaldre y crema que hacía la señora María. Aún estaban templados, deliciosos.
Los ancianos se sentían realmente agradecidos y, en realidad, el agradecido era yo, por conocerles y escuchar tantas historias y sabiduría. Les llevaba algunos víveres de mi propio huerto, que yo mismo había embotado.
Después de pasar un buen rato con ellos, me dispuse a regresar por el mismo sendero. Mientras volvía, entre unos árboles de gran talla, los rayos de sol que se filtraban entre ellos y sus hojas iluminaban un pequeño majuelo que se había secado. Parecía estar ardiendo, en brasa, tal era el rojo que tenía a la luz del sol. Tiré y, casi sin ningún esfuerzo, me quedé con él en la mano. No podía creerlo: allí estaba, era ella, la había buscado desde hacía mucho, mucho tiempo y no me podía imaginar que la iba a encontrar así. La llevé conmigo y di las gracias por tan exquisito regalo a la naturaleza. Espero que os guste.